sábado, 28 de febrero de 2009

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Detención temporal
Aire estático
Palabras estancadas diluyendo
En el fluir de lo infinito. Absoluta creación.

El espejo de rostros invisibles
Ocultos en la inexistencia objetiva de un mueble interior.

Palidez colorida y colores sin matiz. Exactitud plena.

Razón de la sinrazón silenciosa
Razón infinita
De la sinrazón de ser.

Novedad utópica y verdadera
Pureza naciente sin corrupción
Sentimiento prosaico
De un sentimiento puro y sencillo.

Eterno. Único e intraducible. Presa libertad.

sábado, 14 de febrero de 2009

SOMOS RECUERDOS


Todos somos recuerdos. Nada más. Sólo memoria. Miradas atrás. Vivencias. Sueños.

La vida se compone de un cúmulo de acontecimientos – o no-acontecimientos-, realidades o esperanzas.

La vida son recuerdos: Pasado e incluso futuro. Lo único que no tiene cabida es el Presente, el Ahora, el Instante. Todo se forma mediante el transcurso del tiempo - ¡….cuán breve es tiempo! –y la mirada atrás.

Las riquezas no permanecerán, el cuerpo no se mantendrá intacto, las palabra nunca será la misma, la mirada se tornará oscura, los gestos marcaran ambigüedad y el corazón permanecerá estable.

Sólo perdura la infinitud del momento recordado ya; el placer alcanzado un día, la sonrisa momentánea; la imagen del viento; la sensación eterna.


Y el deseo de permanecer en la memoria de alguien, de algún desconocido para existir.




domingo, 1 de febrero de 2009

Mirando al espejo: Ella


El ruido a veces tiene sus ventajas; no se oyen las palabras. Con las manos trémulas y cargadas de ansiedad abrió el bolso y tomó la pitillera. Necesitaba sentir entre sus labios aquella sensación de control. Un control anhelado, el control que le faltaba de su propia vida. Aquel control que un día creyó tener, y sin darse cuenta había perdido.
Se había convertido en una mujer ajena, una mejer totalmente desconocida para ella. Todo lo que era, todo lo que deseaba, todo lo que pensaba, todo en lo que ella creía había desaparecido sin más. Ahora era una sumisa por y contra su propia voluntad.
En sus principios era una mujer corriente, típica de su edad (tenía sólo diecinueve años) aunque con algunas pequeñas particularidades que la convertían en alguien totalmente diferente, única. No era ni más inteligente ni menos; ni más guapa ni menos atractiva.
Tenía sus propias expectativas de vida, sus propios sueños, sus propios ideales, pero a medida que pasaban los días, los meses… se empezó a dar cuenta de que todo aquello que quería se derrumbaba a cada paso que daba.