sábado, 12 de abril de 2008

Degradación Valorativa



Hay quienes se rigen por el corazón, por los sentimientos. Otros, en cambio, simplemente son metalurgicamente frios.

A veces es difícil comprender las palabras - dulces o herientes-; los gestos - cálidos o mecánicos-; las miradas - sinceras o vcias -. Pero aun así, soportamos el adjetivo opositor, el que descalifica en vez de adjetivar y, soñamos en que algún día todo será distinto. Transcurre el tiempo y observamos. Nos damos cuenta e intentamos comprender que la vida es sueño. Y los sueños sueños son.

AZUL OSCURO CASI NEGRO TEMPESTAD


Existen momentos en que el tiempo se detiene por minutos. Pausa. Te quedas observando la realidad -o ficción- que observan tus ojos. Piensas - luego existes-. Empiezas a observar detalladamente todas las perspectivas de tu óptica visual. El corazón late deprisa. Te das cuenta de que no eres nada en esa obra teatral de esa realidad, de esa óptica visual. Sientes una punzada. Dolor. Empiezas a reflexionar sobre el papel que representas, que tú misma decidiste aceptar. Analizas. No comprendes nada. Todo son porques. Un reloj de arena invisible comienza a marcar el fin de la pausa. Sigues reflexionando. Piensas. Sientes. Sufres. Ocultas el dolor dentro de una vulnerable coraza. Nada tiene sentido; pero sigues con tu papel. Son los últimos segundos de una pausa inexistente en el timepo. El tiempo. Todo se acelera. Finalmente volverás a incorporarte en el guíon. Seguirás el argumento de la historia. Tú historia. Darás una última mirada silenciosa. Callas. Observas. Piensas. Reflexionas. Te incorporas. Sólo una palabara perdura dentro de tú ser. Una palabra acomulada. Reiteración. ¿Por qué?

jueves, 10 de abril de 2008

Lecho de papel


La oscuridad de la noche empieza a governar la inmensidad del cielo. Es tarde. Los ojos empiezan a cerrarse levemente, sin fuerza. Sólo una luz me hace sentir despierta y acompañada. es la luna llena. Una vez más, me encuenatra tumbada en mi lecho. Sonríe e impávida me observa. La miro y empecamos a hablar, en silencios. Escucha atenta, sorprendida a momentos. Sabe que soy feliz, pero no entiende mi tristeza. Inclino la cara y mis ojos se fijan en la cama. Sigue observando, sin decir nada, atenta a todo gesto. La miró. Vuelvo los ojos; ahora abrazo ,mi almohada. Me entiende, ahora lo entiende todo.

Espejos vacíos

El ruido a veces tiene sus ventajas; no se oyen las palabras. Con las manos trémulas y cargadas de ansiedad abrió el bolso y tomó la pitillera. Necesitaba sentir entre sus labios aquella sensación de control. Un control anhelado, el control que le faltaba de su propia vida. Aquel control que un día creyó tener, y sin darse cuenta lo había perdido.

Se había convertido en una mujer ajena, una mujer totalmente desconocida para ella. Todo lo que era, todo lo que deseaba, todo lo que pensaba, todo en lo que ella creía había desaparecido sin más. Ahora era una sumisa por y contra su propia voluntad.

Tenía sus propias expectativas de vida, sus propios sueños, sus propios ideales, pero a medida que pasaban los días, los meses… se empezó a dar cuenta de que todo aquello que quería se derrumbaba a cada paso que daba.