
El ruido a veces tiene sus ventajas; no se oyen las palabras. Con las manos trémulas y cargadas de ansiedad abrió el bolso y tomó la pitillera. Necesitaba sentir entre sus labios aquella sensación de control. Un control anhelado, el control que le faltaba de su propia vida. Aquel control que un día creyó tener, y sin darse cuenta había perdido.
Se había convertido en una mujer ajena, una mejer totalmente desconocida para ella. Todo lo que era, todo lo que deseaba, todo lo que pensaba, todo en lo que ella creía había desaparecido sin más. Ahora era una sumisa por y contra su propia voluntad.
En sus principios era una mujer corriente, típica de su edad (tenía sólo diecinueve años) aunque con algunas pequeñas particularidades que la convertían en alguien totalmente diferente, única. No era ni más inteligente ni menos; ni más guapa ni menos atractiva.
Tenía sus propias expectativas de vida, sus propios sueños, sus propios ideales, pero a medida que pasaban los días, los meses… se empezó a dar cuenta de que todo aquello que quería se derrumbaba a cada paso que daba.
1 comentario:
Los cristales empañados me devolvían tu imagen difuminada entrando en el bar. Sabías que en un cuarto de hora acababa de trabajar y pasaría por delante de aquel bar, luego saldrías de él disimulando un casual y ficticio encuentro provocado por ambos. Nos saludábamos con una sonrisa en los labios y entablábamos una conversación intranscendente, mientras nuestras mentes en un silencio sepulcral eran las únicas que se comunicaban. Los dos sentíamos miedo y a la vez nos sentíamos a gusto juntos; pero, ¿quien se atrevía a dar un primer paso?
Las dudas iban y venían, las conversaciones empezaban a girar sobre un mismo tema, yo con malicia te alentaba a dar el paso definitivo, a lanzarte a la piscina pensando que allí estaría yo para acogerte en mis brazos.
Y el día llegó acompañado de un café, y una fotografía resolvió nuestras dudas. Todo había quedado claro y no supimos como reaccionar.
Atrás quedaron las dudas y los miedos porque ahora tu imagen se ha convertido en parte de mi.
Publicar un comentario