miércoles, 15 de abril de 2009

Sinrazón de la Razón

A veces todo tiene poco o demasiado sentido. Los pensamientos navegan en un océano de continua contradicción. Todo se basa en binomios. Sin puntos intermedios. Polos opuestos que se repelan y atraen al mismo tiempo. Razón o sinrazón de la razón misma.
Se dice que la ignorancia es la felicidad y, quizás, sea ésta la afirmación más certera de la vida. Una filosofía pura, como la poesía en sí misma.
Pensar. Reflexionar. Creer. Nada sirve sino hay un toque de ignorancia:
Reflexionas A pero crees en B. Cuando crees en B piensas en A. Y, puestos a otorgarnos ese plus de complejidad que tanto caracteriza al ser humano, terminamos haciendo hipótesis sobre una C. Nada tiene valor. Todo es momentáneo. Todo es una suma infinita de elementos ordenados sin cronologías, sin órdenes establecidos, que poco a poco se restan sin querer. El pensamiento no es lo pensado sino lo deseado; no es lo reflexionado sino lo automático, lo involuntario, lo azaroso.

Te resignas y, a la vez, conspiras una revolución de las palabras. ¿palabras? La palabra es lo único eterno e inmaterial. Una revolución fallida por su origen de resignación deseada y aceptada, que a la vez es violenta, maligna y placentera. Motivación y Pereza.

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