domingo, 10 de mayo de 2009

El Ahora




“Vida tengo yo, sólo junto a ti.”

Sentada en mi humilde terraza de alquiler contemplo la hermosa catedral que se alza a mi vista en una lejanía temprana. La majestuosa Sagrada Familia se adentra en mis ojos como nunca antes se había presentado. Su presencia ahora forma parte de un pedazo de mi ser y, me recuerda que pronto esa luz incandescente se apaciguará, se calmará y terminara desapareciendo para formar parte de un dulce recuerdo que tuvo lugar una vez.

La vida son momentos. Sólo eso, momentos. Vivencias pasadas, recuerdos. Todo Ahora se transforma sin posibilidad de detención temporal en Pasado.

Sucede que cuando menos lo imaginas, le tomas cariño a la rutina. Esa rutina que cuando es acción se detesta y asquea: 7.29 suena el despertador. Ducha rápida – por eso no lo denominan baño –. Desayuno a medias. El cigarrillo. La maleta. Los libros. 8.00 Ticket de metro. Metro dirección Sagrada familia. Colapso de muchedumbre sonámbula. Trasbordo. Colapso de muchedumbre stressing. Metro dirección Universidad. Colapso de muchedumbre varia. Escaleras mecánicas – si no están fuera de servicio –. 8.25 Universidad. 8.30 Primera clase.

A medida que avanza el tiempo, que pasan los días siento en mi alma el principio de una pequeña nostalgia por lo que vendrá: ni metros, ni caras conocidas, ni cafés a media mañana, coloquios en el bar, ni campanas premeditadas, estreses, exámenes, etc, etc, etc. Y, cada vez más acrecentada la nostalgia siento la necesidad de aprovechar al máximo cada segundo, cada minuto, hora y días que me brindan la oportunidad de permanecer Aquí, en este Ahora tan profundo e improrrogable. El tiempo… ¡Quién pudiese hablar del tiempo sin mirar hacia el camino que se dejó tras de nuestra sombra!

Si existe una manera es el tópico Carpe Diem, que en tantas líneas, vidas y literatura se ha vertido.

“Viviré en tú recuerdo, como un simple aguacero de estrellitas y duendes. Vagaré por tu vientre mordiendo cada ilusión. Vivirás en mis sueños como tinta indeleble, como mancha de acero. No se olvida el idioma cuando nace el amor.
Y no vivo un segundo para decirte que sin ti muero. […]. Andaré sin saberlo. Calzaré de tu cuerpo. Comeré lo que sobre dentro de tu corazón. Y, seré un mar desierto. Una frese silente. La elegía de un beso. Un planeta de celos esculpiendo una canción”.



Ya no cierro los ojos. Y, me ahogo en los mares de tu partida pues –como pos scriptum – este sufrimiento a plazo fijo llevo en alma, sin cura alguna que lo remedie, son lágrimas profundas que desbordan ríos exteriores.

1 comentario:

Ramón dijo...

Me gustó. Progresas adecuadamente. Ja, ja, ja...